Paseas por mi corazón, con pisadas frágiles,
para poder escucharme cada vez que te preciso,
sin decirte nada, solo sé que me hablarás,
siempre con las palabras exactas.
Y ahí estás…ahí vienes, con la cabeza en alto
y tu mirada firme y a la vez cristalina,
para ver qué me sucede, darme un beso
en la frente y esperar que descanse.
Te alegras cuando percibes mi sonrisa,
notas sin verme mis nostalgias,
mis preocupaciones, entonces me
me convidas de tu optimismo.
Me enseñaste que ni aún el océano
hace distancia entre nosotras,
porque la verdadera amistad es fuerte
ante el oleaje más embravecido.
Tu imagen impone elegancia, seguridad,
belleza y en tu cartera llevas un espejo,
no solo para mirar tu rostro, también
para recordar el ayer y observar el hoy.
Te agradeceré, si haces algo
más por mí; pídele aquella estrella
que me guíe siempre hasta el rincón
de tu corazón, porque es un regalo de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario